Hay recetas que se ganan un lugar fijo en la rutina, esas que no fallan y siempre salvan. Estas galletitas nacieron como un experimento, pero con el tiempo se transformaron en un clásico en casa. Son fáciles, rápidas y lo mejor: se hacen con lo que tenés en la alacena. Perfectas para un antojo, una merienda o para acompañar unos mates con alguien querido.
Ingredientes que seguro tenés en casa
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140 g de manteca blanda (a temperatura ambiente)
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60 g de azúcar (blanca o rubia, según tu gusto)
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Una pizca de sal fina
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½ huevo batido
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½ cucharadita de esencia de vainilla
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175 g de harina común (0000)
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5 g de fécula de maíz (Maizena)
Paso a paso sin complicaciones
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Encendé el horno a 170°C y dejalo precalentando.
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En un bol, batí la manteca con el azúcar hasta que quede una mezcla cremosa y liviana.
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Sumá el medio huevo y la vainilla. Integrá bien con batidor o cuchara.
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Agregá los ingredientes secos tamizados (harina, sal y fécula). Mezclá hasta formar una masa lisa. No hace falta amasar.
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Formá las galletitas: bolitas, bastoncitos, aplastadas o con moldes. Vos elegís.
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Colocalas en una placa con papel manteca, separadas entre sí.
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Horneá de 10 a 12 minutos, o hasta que los bordes estén apenas dorados. No te preocupes si al sacarlas parecen blandas: se endurecen al enfriar.
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Dejalas enfriar en la misma placa unos minutos antes de pasarlas a una rejilla o fuente.
Consejos y recomendaciones para que salgan de diez
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No sobrebatir: una vez que sumás los secos, mezclá lo justo. Así quedan más tiernas.
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Manteca real: usá manteca de verdad, no margarina. El sabor cambia muchísimo.
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Si querés una versión más rústica, reemplazá parte de la harina por avena fina o harina integral.
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Para darles un toque especial, agregales especias como canela, clavo de olor o jengibre en polvo.
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¿Querés que los chicos se entretengan? Dejá que decoren con glasé o confites una vez frías.
Cómo conservarlas
Una vez frías, guardalas en un frasco hermético o en una lata de galletitas. Se mantienen perfectas durante 4 o 5 días, aunque en la mayoría de los casos… ¡no duran tanto!
Conclusión
Estas galletitas son esa receta comodín que nunca falla. Son simples, rápidas y se pueden adaptar según lo que tengas a mano o lo que te guste. Lo mejor es que se hacen sin esfuerzo y tienen ese gustito a casero que tanto reconforta. Ya sea para una tarde en familia, una charla entre amigas o para darte un gustito en soledad, siempre son una buena idea. Hacelas una vez… y seguro se quedan para siempre en tu recetario.