Cómo logré que mis nietos dejaran el celular cuando vienen a casa

Vivimos en una época donde los teléfonos celulares se han vuelto una extensión del cuerpo, incluso para los más pequeños. Cuando mis nietos venían a visitarme, solía emocionarme pensando en los juegos, las charlas y las risas. Pero en lugar de eso, veía sus rostros iluminados por las pantallas, abstraídos en un mundo digital que los alejaba del momento presente.

Fue entonces cuando decidí actuar, no con castigos ni prohibiciones, sino con estrategias sencillas, creativas y llenas de amor. Hoy, puedo decir con orgullo que mis nietos esperan con entusiasmo nuestras tardes sin pantallas.

Aquí te cuento cómo lo logré.

1. Crear un espacio especial para ellos

Diseñé un rincón de la casa pensado especialmente para ellos. Una mesa de madera, juegos de mesa, libros ilustrados, lápices de colores y papel. No se trataba de algo costoso, sino de generar un ambiente que los invite a quedarse. Ese espacio se convirtió en «la mesa mágica», donde creamos dibujos, escribimos historias y armamos rompecabezas juntos.

2. Actividades que despiertan curiosidad

Cada vez que venían, les proponía una actividad nueva: hacer pan casero, plantar una semilla en una maceta, construir una casita para pájaros o preparar una receta sencilla. Descubrí que cuando un niño tiene las manos ocupadas y la mente curiosa, no extraña la pantalla.

3. Cuentos contados de viva voz

Rescaté una costumbre de mi infancia: contar cuentos. Sin imágenes, sin efectos especiales. Solo mi voz, sus ojitos atentos y una historia que los atrape. Comencé con relatos tradicionales, luego inventé personajes inspirados en ellos mismos. Incluso me pidieron continuar las historias en las próximas visitas.

4. Juegos que involucran movimiento

Organizamos búsquedas del tesoro por el jardín, juegos con pistas, carreras de sacos o desafíos de equilibrio. La risa reemplazó al silencio de las notificaciones, y la conexión entre nosotros fue creciendo sin necesidad de tecnología.

5. Regla amorosa, no imposición

Nunca les prohibí el uso del celular de manera tajante. Les propuse que tuviéramos un “rato sin pantallas” al llegar, como un acuerdo entre nosotros. Al ver lo divertido que era el tiempo juntos, ellos mismos comenzaron a dejar el celular en la mochila sin que yo lo pidiera.

6. Participación activa

Lo más importante fue estar presente. No se trata solo de darles juegos o actividades, sino de compartir ese momento con ellos. Los chicos valoran cuando un adulto se sienta a jugar, a pintar o simplemente a escuchar.

¡Esa atención es más poderosa que cualquier pantalla!

REFLEXIÓN FINAL:

Recuperar el vínculo con mis nietos sin que la tecnología se interponga fue posible gracias a pequeños gestos, constancia y mucho cariño. No se trata de estar en contra del celular, sino de enseñarles que hay un mundo maravilloso más allá de la pantalla, lleno de afecto, creatividad y momentos irrepetibles. ¡Y eso comienza en casa, con presencia y amor!